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  • Foto del escritor: tomás lucero
    tomás lucero
  • 31 mar 2019
  • 2 Min. de lectura

CREATIVIDAD.

01 y 02 de diciembre de 2018.

Con unos compañeros seguimos con la marca de ropa que habíamos creado en el curso de emprendimiento, Storme.

Con ella, fuimos a vender a un bazar de navidad organizado en el club Paineiras, muy grande e influente. Esta vez estuvimos solos. Aunque nuestras profesoras nos ayudaron a inscribirnos, la organización del proceso fue hecha completamente por nosotros, quienes corrimos atrás de toda la producción y de la organización del stand. Principalmente, lo más nuevo en mi punto de vista fue el hecho de vender en el bazar solos. Fueron dos días de bazar en los cuales estuvimos todo el día enfocados en vender nuestros productos. No tuvimos ayuda externa.

Me di cuenta más todavía lo que significa estar en el mundo de los negocios con empresas emergentes e independientes como es la nuestra, y del esfuerzo enroma que hay que hacer. Mis compañeros y yo le pusimos un montón de energía, para atraer a posibles clientes que pasaban mirando, conversando y explicándoles un poco sobre nuestro origen como empresa emergente. Fue muy diferente a lo que estaba acostumbrado, y a pesar de eso fue una experiencia que me gustó mucho. Creo que tengo muy buenas habilidades interpersonales para envolver a distintas personas en conversaciones rápidas y objetivas, sé expresarme y explicarme con claridad y amabilidad, y como consecuencia conseguí vender muchas camisetas usando este medio.

Además de eso el trabajo en equipo fue esencial. Si hubiese estado solo en la mesa vendiendo no hubiera sido lo mismo ya que me hubiera cansado el doble y probablemente no hubiese llegado al final del día. Mis compañeros también vendieron bastante, y eso impactó en nuestras ventas finales.

Fue una experiencia nueva y muy gratificante. Nos fue bien y aprendimos mucho, además de conseguir varios contactos de personas en los stands vecinos, que nos apoyaban y nos ofrecían sus servicios si en algún futuro los fuéramos a necesitar.


  • Foto del escritor: tomás lucero
    tomás lucero
  • 31 mar 2019
  • 1 Min. de lectura

REFLEXIÓN. TOK.

Basándome en la experiencia en el centro de Rosalía de Castro, me doy cuenta de que el lenguaje transmite mucho sobre una mismo, y no solo el significado concreto de la frase. Por ejemplo, yo conversé con una mujer mayor de edad llamada Maria Heloisa. Ella vino de España cuando era muy chica, entonces habla mejor portugués que español. Cuando fui a conversar con ella, a pesar de su facilidad en el portugués, ella insistió en que habláramos español. Hablamos en español, y en cierto punto le pregunté por qué ella prefería hablar español. Ella me dijo que nunca tiene la oportunidad de hablar en español, y que esta lengua le traen buenas memorias que de a poco se van olvidando.

Me transmitió la idea de que ella tenía buenos recuerdos, que al hablar en español se refrescaban, y que como no habla regularmente esta lengua, cuando se dio la oportunidad la aprovechó. Me impresionó como una lengua puede rememorar recuerdos de forma tan intensa, y como el lenguaje muchas veces quiere decir mucho más que el significado específico de la frase. En este caso, su lenguaje me transmitió la idea de que ella extraña hablar español porque hay recuerdos que esa lengua le rememoran que se van apagando, poco a poco, a medida que pasa el tiempo.

  • Foto del escritor: tomás lucero
    tomás lucero
  • 31 mar 2019
  • 3 Min. de lectura

SERVICIO Y CREATIVIDAD

02 de octubre de 2018.

Para esta actividad fuimos con mi sala a un centro español de entretenimiento para ancianos, del gobierno de España en Sao Paulo.

Antes habíamos preparado preguntas para hacerles, y nos habíamos organizado de modo a que en parejas nos sentásemos a conversar con otra pareja de ancianos. Cuando llegamos, con mi compañera nos tocó entrevistar a tres ancianos. Dos de ellos eran casados, y la tercera era una mujer viuda. Poco a poco ellos empezaron a contarnos sus relatos, aunque la mujer que estaba sola no habló mucho, dado a que la otra pareja hablaba mucho. En dado momento, decidí entrevistar yo a la señora, y dejar que mi compañera siguiera hablando con la pareja. Ella se llamaba Maria Heloisa, y había llegado a Brasil cuando era muy chica. Tuvo una vida muy sufrida: ella se vino con su madre y sus hermanas desde España, su padre se había muerto ya, luego en Sao Paulo su madre y hermana mayor murieron, su esposo también lo hizo, y tiene un hijo que trabaja y tiene su familia. Durante sus relatos, noté que ella se emocionaba mucho, y que estaba muy agradecida por estar escuchándola. Me encantó oír su historia, y la sentí fuerte. Creamos un vínculo muy fuerte en tan poco tiempo, y ella fue tan amable. Al final de la conversación, me agradeció por haberla escuchado y me halago mucho. Yo le agradecí a ella por haberse abierto conmigo, yo lo único que había hecho era lo que debía, escucharla con atención e intenté entenderla. Fue muy profundo y conmovedor.

Me di cuenta de la realidad de la gente mayor. Llega un punto en la vida de una persona que el cuerpo ya no juega a tu favor, y las complicaciones físicas hacen que sea difícil realizar las actividades a las que estábamos acostumbrados. Por eso, a estos ancianos les costaba mucho moverse, y eso imposibilita mucho que mantengan su rutina pasada. Por eso, muchas veces se aburren, ya que no tienen fuerzas para hacer cosas, y esto es muy complicado. Puede generar que uno se deprima, y deje de verle sentido a vivir. Principalmente si uno va perdiendo a la familia, o ésta está lejos.

Después de ese momento de conversación y conexión, habíamos preparado actividades teatrales y musicales. Yo me quedé en el teatro, y habíamos preparado una versión de Bodas de Sangre resumida. Admito que me costó mucho. Aunque cuando presentaron la idea en el colegio yo la acepté de primera, y fui a todos los ensayos y me preparé bastante, cuando llegó el momento de presentar me moría de vergüenza y miedo. Antes de que entrara, sentía un miedo enrome. Tenía mucho miedo sobre qué iban a pensar de mí, de mi performance y si les iba a gustar o no. No tenía miedo de olvidarme, o de que me saliera mal, sino que tenía miedo de cuál sería la sensación que tendrían sobre mí. Y esto es algo muy conectado a mi personalidad, siempre intento agradar al resto, y no me enfoco en mí y en mis puntos fuertes. Me enfoco en qué van a pensar de mí. Este es un gran punto débil mío, y me cuesta mucho verbalizarlo y escribirlo aquí.

Al final todo fue bien, a los ancianos les encantó la presentación, y tuvimos una actividad de agradecimiento y cierre. Me despedí de Maria Heloisa, y del resto, y volvimos al colegio.

Definitivamente me tocó bastante la actividad de hoy, y me hizo abrir lo ojos a otra realidad.

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