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GAROTO CIDADÃO

  • Foto del escritor: tomás lucero
    tomás lucero
  • 23 jul 2018
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 25 mar 2019

SERVICIO Y CREATIVIDAD.

06 de junio de 2018.

En el viaje de estudios del colegio fuimos a conocer la CSN (Companhia Sirderúrgica Nacional) en Volta Redonda. Uno de los paseos era ir a visitar una ONG que se llama “Garoto Cidadão”. La organización es un centro para jóvenes donde pueden ir a hacer actividades artísticas (musicales, teatrales y artísticas) y deportivas. El objetivo era realizar actividades con los jóvenes, pasar tiempo con ellos y aprender más sobre su cotidiano.

Antes de ir, nos habían explicado que nosotros, los alumnos de mi colegio, íbamos a enseñarles a cómo hacer grafiti con moldes, y ellos nos iban a enseñar sobre música, baile y teatro. Mi grupo se encargó de hacer los moldes, que el próximo grupo que iría al día siguiente, usaría para pintar los grafitis en la pared.

A pesar de eso, antes de ir no nos dieron ninguna explicación concisa de dónde estarían los materiales, como dividiríamos los grupos con los chicos del centro, ni cuántos dibujos debíamos hacer por grupo. Así que tuvimos que improvisar. Éramos como 40 alumnos y ellos más o menos 50. Nos dividimos en grupos parecidos. Yo caí en un grupo con tres compañeros míos y cuatro chicas de Volta Redonda. Después de esa complicación nos dimos cuenta de que no había bases de madera para cortar los dibujos, ya que para hacer los moldes hacían falta bases donde para que el cúter no lastime a nadie ni rompa o ensucie nada. Con esto, nos enfrentamos a varios imprevistos que nos obligaron a actuar rápido y organizar las cosas rápido, ya que el tiempo que nos quedaríamos en el colegio estaba contado. Creo que con mi grupo y los alumnos de mi colegio en general conseguimos lidiar con la situación, y fue un momento muy placentero. En mi grupo, fue esencial el trabajo en equipo, ya que nos ayudamos a encontrar los materiales necesarios, y a organizar la actividad de la mejor forma posible. Así, tuvimos que afrontar desafíos, y conseguimos superar estos imprevistos.

Independiente de los problemas que surgieron, fue una experiencia maravillosa. Los jóvenes eran de nuestra edad y estaban muy felices. Irradiaban alegría. Nos recibieron de brazos abiertos y la pasamos hermoso. Nosotros, los alumnos de mi colegio, estábamos encargados de enseñarles como se hacían los moldes y las técnicas de como usar un cúter para cortar en papel. Ellos, los chicos del centro debían enseñarnos sus conocimientos artísticos.

De esta forma, cuando terminamos los moldes fue su turno de enseñarnos. Yo elegí ir a la parte de música (se podía elegir entre música, teatro y baile). Cuando nos llevaron a la sala de música, me llamaron la atención los instrumentos que ellos usaban. Nunca había visto instrumentos de ese tipo antes. Eran enormes barriles de metal que estaban doblados y arrugados, llenos de marcas de notas musicales. ¡Sonaban increíble! Los sonidos eran MUY diferentes entre ellos, y eran muy agradables. Le agarré la mano con facilidad al instrumento que me tocó. Los chicos nos enseñaron todos los consejos y las técnicas para usar aquellos instrumentos. Algo que me pareció difícil fue controlar la fuerza con la que le pegaba a mi tambor, ya que sus instrumentos son muy sensibles, y cada abolladura tiene su forma perfecta para sonar bien. Además de eso, la chica que me enseñó a usar el instrumento me contó que es muy difícil calibrar los instrumentos. Con esto, me di cuenta de que no tengo tanto control sobre mi fuerza, y es algo que debo mejorar. Esto es un punto débil mío que debo trabajar, ya que con esto dejo de ser minucioso y cuidadoso en algunas circunstancias. No es algo alarmante, pero me costó mucho mantener el control sobre mis movimientos para que fueran suaves.

Por otro lado, me sorprendió toda la ingeniería que hay por detrás de esos barriles, que para mí eran solamente barriles abollados. Son mucho más que eso. Por detrás de su lógica, hay toda una cuestión acústica, de formación de ondas, y de espacio de salida de ellas que se aplican al pensar en esos instrumentos.

Ellos nos enseñaron una canción, y después de ensayar un rato la tocamos para el resto, que estaban en la parte de teatro y baile. Luego hubo presentaciones de teatro y danza. ¡Fue una experiencia muy agradable! Después de las presentaciones hicimos un pequeño snack y nos despedimos.

Me pareció increíble la alegría de ellos y lo rápido que entraron en confianza, y el hecho de que nos hayan recibido de brazos abiertos. Fue una experiencia llena de aprendizaje para ambos lados. Yo jugué el papel de profesor (en el molde) y de alumno (en los barriles musicales). Lo mejor para mí fue la interacción con ellos. Al halar sobre nuestro día a día me resultaba imposible dejar de comprar las diferencias con el mío, que son enormes. Ellos viven en una ciudad pequeña que abriga a los trabajadores de la CSN. Y es impresionante darse cuenta de que todo gira en torno a la fábrica. Si no fuese por la fábrica, Volta Redonda no sería la ciudad industrializada que es, y probablemente no existiría. La realidad en aquella ciudad es completamente distinta a cualquier otra que yo ya haya presenciado. Las personas que viven allí tienen una relación directa con la industria, y casi todos los chicos tienen algún pariente que trabaja en ella.

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